Dictados para toda la Educación Primaria
Cuadernillo de reglas de ortografía para Primaria
Qué nos encontraremos en este cuaderno de reglas de ortografía para primaria:
- Reglas de ortografía para el Uso de la “b” y “v”
- Reglas de ortografía para el Uso de la “g” y “j”
- Reglas de ortografía para el Uso de ls “y” y “ll”
- Reglas de ortografía para el Uso de la “h”
- Reglas de ortografía para el uso de la “m” y “n”
- Reglas de ortografía para el Uso de las mayúsculas
- Reglas de ortografía para el uso de los signos de puntuación
- Normas de acentuación.
Fichas de caligrafía con pictogramas
Las palabras qué, cuál/es, quién/es, cómo, cuán, cuánto/a/os/as, cuándo, dónde y adónde son tónicas y se escriben con tilde diacrítica cuando tienen sentido interrogativo o exclamativo. Estas palabras, por sí solas o precedidas de alguna preposición, introducen oraciones interrogativas o exclamativas directas:
¿Qué ha dicho?
¿De quién es esto?
¡Con qué seriedad trabaja!
¿Con cuál se queda usted?
¡Cómo ha crecido este niño!
¡Cuán bello es este paisaje!
¿Cuántos han venido?
¿Hasta cuándo os quedáis?
¿Adónde quieres ir?
También introducen oraciones interrogativas o exclamativas indirectas, integradas en otros enunciados:
Ya verás qué bien lo pasamos.
Le explicó cuáles eran sus razones.
No sé quién va a venir.
No te imaginas cómo ha cambiado todo.
La nota indica cuándo tienen que volver.
Voy a preguntar por dónde se va al castillo.
Además, pueden funcionar como sustantivos:
En este trabajo lo importante no es el qué, sino el cuánto.
Ahora queda decidir el cómo y el cuándo de la intervención.
Sin embargo, cuando estas mismas palabras funcionan como adverbios o pronombres relativos o, en el caso de algunas de ellas, también como conjunciones, son átonas (salvo el relativo cual, que es tónico cuando va precedido de artículo) y se escriben sin tilde:
El jefe, que no sabía nada, no supo reaccionar.
Esta es la razón por la cual no pienso participar.
Ha visto a quien tú sabes.
Cuando llegue ella, empezamos.
¿Estás buscando un lugar donde dormir?
No dijo que estuviese en paro.
¡Que aproveche!
Aunque los relativos, presenten o no antecedente expreso, son normalmente átonos y se escriben sin tilde, hay casos en que pueden pronunciarse tanto con acento prosódico como sin él. Esta doble posibilidad se da cuando los relativos introducen subordinadas relativas sin antecedente expreso, siempre que el antecedente implícito sea indefinido y tenga carácter inespecífico (una persona, alguien, algo, algún lugar, nadie, nada, etc.). Esto ocurre cuando la oración de relativo sin antecedente depende de verbos como haber, tener, buscar, encontrar, necesitar, etc., que admiten complementos indefinidos de carácter inespecífico. En estos casos es aceptable escribir el relativo tanto con tilde, reflejando la pronunciación tónica, como sin ella, representando la pronunciación átona.
El problema es que no hay con qué/que alimentar a tanta gente.
Ya ha encontrado quién/quien le quiera y no necesita nada más.
Buscó dónde/donde sentarse, pero no había asientos libres.
No tenía cómo/como defenderse de las acusaciones.
¿Qué ha dicho?
¿De quién es esto?
¡Con qué seriedad trabaja!
¿Con cuál se queda usted?
¡Cómo ha crecido este niño!
¡Cuán bello es este paisaje!
¿Cuántos han venido?
¿Hasta cuándo os quedáis?
¿Adónde quieres ir?
También introducen oraciones interrogativas o exclamativas indirectas, integradas en otros enunciados:
Ya verás qué bien lo pasamos.
Le explicó cuáles eran sus razones.
No sé quién va a venir.
No te imaginas cómo ha cambiado todo.
La nota indica cuándo tienen que volver.
Voy a preguntar por dónde se va al castillo.
Además, pueden funcionar como sustantivos:
En este trabajo lo importante no es el qué, sino el cuánto.
Ahora queda decidir el cómo y el cuándo de la intervención.
Sin embargo, cuando estas mismas palabras funcionan como adverbios o pronombres relativos o, en el caso de algunas de ellas, también como conjunciones, son átonas (salvo el relativo cual, que es tónico cuando va precedido de artículo) y se escriben sin tilde:
El jefe, que no sabía nada, no supo reaccionar.
Esta es la razón por la cual no pienso participar.
Ha visto a quien tú sabes.
Cuando llegue ella, empezamos.
¿Estás buscando un lugar donde dormir?
No dijo que estuviese en paro.
¡Que aproveche!
Aunque los relativos, presenten o no antecedente expreso, son normalmente átonos y se escriben sin tilde, hay casos en que pueden pronunciarse tanto con acento prosódico como sin él. Esta doble posibilidad se da cuando los relativos introducen subordinadas relativas sin antecedente expreso, siempre que el antecedente implícito sea indefinido y tenga carácter inespecífico (una persona, alguien, algo, algún lugar, nadie, nada, etc.). Esto ocurre cuando la oración de relativo sin antecedente depende de verbos como haber, tener, buscar, encontrar, necesitar, etc., que admiten complementos indefinidos de carácter inespecífico. En estos casos es aceptable escribir el relativo tanto con tilde, reflejando la pronunciación tónica, como sin ella, representando la pronunciación átona.
El problema es que no hay con qué/que alimentar a tanta gente.
Ya ha encontrado quién/quien le quiera y no necesita nada más.
Buscó dónde/donde sentarse, pero no había asientos libres.
No tenía cómo/como defenderse de las acusaciones.
a) porqué
Es un sustantivo masculino que equivale a causa, motivo, razón, y se escribe con tilde por ser palabra aguda terminada en vocal. Puesto que se trata de un sustantivo, se usa normalmente precedido de artículo u otro determinante:
No comprendo el porqué de tu actitud [= la razón de tu actitud].
Todo tiene su porqué [= su causa o su motivo].
Como otros sustantivos, tiene plural:
Hay que averiguar los porqués de este cambio de actitud.
b) por qué
Se trata de la secuencia formada por la preposición por y el interrogativo o exclamativo qué (palabra tónica que se escribe con tilde diacrítica para distinguirla del relativo y de la conjunción que). Introduce oraciones interrogativas y exclamativas directas e indirectas:
¿Por qué no viniste ayer a la fiesta?
No comprendo por qué te pones así.
¡Por qué calles más bonitas pasamos!
Obsérvese que, a diferencia del sustantivo porqué, la secuencia por qué no puede sustituirse por términos como razón, causa o motivo.
c) porque
Se trata de una conjunción átona, razón por la que se escribe sin tilde. Puede usarse con dos valores:
La ocupación no es total, porque quedan todavía plazas libres [= puesto que quedan todavía plazas libres].
También se emplea como encabezamiento de las respuestas a las preguntas introducidas por la secuencia por qué:
—¿Por qué no viniste? --Porque no tenía ganas.
Cuando tiene sentido causal, es incorrecta su escritura en dos palabras.
En este caso, se admite también la grafía en dos palabras (pero se prefiere la escritura en una sola):
Hice cuanto pude por que no terminara así.
d) por que
Puede tratarse de una de las siguientes secuencias:
Los premios por (los) que competían no resultaban muy atractivos.
No sabemos la verdadera razón por (la) que dijo eso.
Están ansiosos por que empecemos a trabajar en el proyecto.
Nos confesó su preocupación por que los niños pudieran enfermar.
Es un sustantivo masculino que equivale a causa, motivo, razón, y se escribe con tilde por ser palabra aguda terminada en vocal. Puesto que se trata de un sustantivo, se usa normalmente precedido de artículo u otro determinante:
No comprendo el porqué de tu actitud [= la razón de tu actitud].
Todo tiene su porqué [= su causa o su motivo].
Como otros sustantivos, tiene plural:
Hay que averiguar los porqués de este cambio de actitud.
b) por qué
Se trata de la secuencia formada por la preposición por y el interrogativo o exclamativo qué (palabra tónica que se escribe con tilde diacrítica para distinguirla del relativo y de la conjunción que). Introduce oraciones interrogativas y exclamativas directas e indirectas:
¿Por qué no viniste ayer a la fiesta?
No comprendo por qué te pones así.
¡Por qué calles más bonitas pasamos!
Obsérvese que, a diferencia del sustantivo porqué, la secuencia por qué no puede sustituirse por términos como razón, causa o motivo.
c) porque
Se trata de una conjunción átona, razón por la que se escribe sin tilde. Puede usarse con dos valores:
- Como conjunción causal, para introducir oraciones subordinadas que expresan causa, caso en que puede sustituirse por locuciones de valor asimismo causal como puesto que o ya que:
La ocupación no es total, porque quedan todavía plazas libres [= puesto que quedan todavía plazas libres].
También se emplea como encabezamiento de las respuestas a las preguntas introducidas por la secuencia por qué:
—¿Por qué no viniste? --Porque no tenía ganas.
Cuando tiene sentido causal, es incorrecta su escritura en dos palabras.
- Como conjunción final, seguida de un verbo en subjuntivo, con sentido equivalente a para que:
En este caso, se admite también la grafía en dos palabras (pero se prefiere la escritura en una sola):
Hice cuanto pude por que no terminara así.
d) por que
Puede tratarse de una de las siguientes secuencias:
- La preposición por + el pronombre relativo que. En este caso es más corriente usar el relativo con artículo antepuesto (el que, la que, etc.):
Los premios por (los) que competían no resultaban muy atractivos.
No sabemos la verdadera razón por (la) que dijo eso.
- La preposición por + la conjunción subordinante que. Esta secuencia aparece en el caso de verbos, sustantivos o adjetivos que rigen un complemento introducido por la preposición por y llevan además una oración subordinada introducida por la conjunción que:
Están ansiosos por que empecemos a trabajar en el proyecto.
Nos confesó su preocupación por que los niños pudieran enfermar.
Problemas para pronunciar la "R"
Es bastante frecuente que los niños que empiezan a hablar tengan problemas para pronunciar la “r” . A este trastorno se le llama rotacismo, es el nombre que se le da a la dislalia selectiva del fonema “r”. Una dislalia es una incapacidad para pronunciar correctamente ciertos sonidos o grupos de sonidos.
El trastorno para pronunciar la letra “r” suele ser pasajero, por eso es una de las últimas en adquirir, pero se corrige a medida que el niño va practicando el habla y afinando la audición.
Aquí os dejamos una recopilación PARA TRABAJAR CON NIÑOS Y ADULTOS CON Problemas para pronunciar la “r” Rotacismo en la que aportamos cuentos, canciones, programas, bingos actividades, fichas para trabajar el rotacismo, ejercicios, praxias, etc.
El trastorno para pronunciar la letra “r” suele ser pasajero, por eso es una de las últimas en adquirir, pero se corrige a medida que el niño va practicando el habla y afinando la audición.
Aquí os dejamos una recopilación PARA TRABAJAR CON NIÑOS Y ADULTOS CON Problemas para pronunciar la “r” Rotacismo en la que aportamos cuentos, canciones, programas, bingos actividades, fichas para trabajar el rotacismo, ejercicios, praxias, etc.
Lectura: momentos y estrategias
"Los adverbios (terminados en -mente) son como el diente de león. Uno en el césped tiene gracia, queda bonito, pero, como no lo arranques, al día siguiente encontrarás cinco, al otro cincuenta... y a partir de ahí, amigos míos, tendréis el césped «completamente», «avasalladoramente» cubierto de diente de león. Entonces los veréis como lo que son: malas hierbas, pero entonces, ¡ay!, entonces será demasiado tarde".
"Los adverbios de modo terminados en -mente son un vicio empobrecedor… me parecen feos, largos y fáciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas bellas y originales".
-------
El otro día que encontré con un interesante apunte titulado "5 fascinantes curiosidades sobre escritores que debes conocer".
La curiosidad que más me llamó la atención fue la que describe "La guerra contra los adverbios" que tenía declarada Stephen King, y que da título a este apunte.
Decía el autor en La piedra de Sísifo, Isaac Belmar:
"En esta guerra a un lado del frente están los adverbios, al otro un héroe solitario o quizá no, Stephen King. El famoso escritor se suele proponer escribir 2.000 palabras cada día y hacerlo sin adverbios. «El camino hacia el infierno está plagado de adverbios y lo gritaré desde los tejados».
King le dice vehementemente a todo el que escucha que los adverbios son, probablemente, el mayor enemigo de la escritura".
Así que, en vista de tan categórica afirmación, he decidido explorar un poco el tema.
El propio Stephen King ha tenido a bien, costumbre no muy extendida entre los escritores, dejar escrito un libro sobre su quehacer creativo.
Mientras escribo contiene en su prólogo una admirable declaración de intenciones:
He escrito un libro corto porque a la mayoría de los libros sobre la escritura les sobra paja y tonterías. Los narradores no tenemos una idea muy clara de lo que hacemos. Cuando es bueno no suelen saber por qué y cuando es malo, tampoco. He supuesto que a menos páginas, menos paja. Cualquier aspirante a escritor debería leer The Elements of Style, de William Strunk Jr. y E. B. White. La regla número 13 del capítuloFundamentos de la redacción dice: Omitir palabras innecesarias. Voy a intentarlo.
Y uno de los consejos que da es: desconfía del adverbio.
Y se explica:
Recordarás, por las clases de lengua, que el adverbio es una palabra que modifica un verbo, adjetivo u otro adverbio. Son las que acaban en -mente.
Ocurre con los adverbios como con la voz pasiva, que parecen hechos a la medida del escritor tímido.Mediante los adverbios, lo habitual es que el escritor nos diga que tiene miedo de no expresarse con claridad y de no transmitir el argumento o imagen que tenía en la cabeza.
El autor de El Resplandor dice que debemos evitar a toda costa expresiones como “dijo lastimosamente”, “exclamó valientemente”, “dijo despectivamente”, etc.
Si tenemos que expresar cómo está hablando el personaje, es porque estamos haciendo una pobre descripción o que el diálogo no es lo suficientemente claro.
Y pone un ejemplo muy clarificador, por las dudas:
Examinemos la frase «cerró firmemente la puerta».
Reconozco que no es del todo mala (al menos tiene la ventaja de un verbo en voz activa), pero pregúntate si es imprescindible el «firmemente».Me dirás que expresa un grado de diferencia entre «cerró la puerta» y «dio un portazo», y no es que vaya a discutírtelo...pero ¿y el contexto? ¿Qué decir de toda la prosa esclarecedora (y hasta emocionante) que precedía a «cerró firmemente la puerta»?¿No debería informarnos de cómo la cerró? Y, si es verdad que nos informan de ello las frases anteriores, ¿no es superflua la palabra «firmemente»? ¿No es redundante?Ya oigo a alguien acusándome de pesado. Lo niego. Creo que de adverbios está empedrado el infierno, y estoy dispuesto a vocearlo desde los tejados.Dicho de otro modo: son como el diente de león. Uno en el césped tiene gracia, queda bonito, pero, como no lo arranques, al día siguiente encontrarás cinco, al otro cincuenta... y a partir de ahí, amigos míos, tendréis el césped «completamente», «avasalladoramente» cubierto de diente de león. Entonces los veréis como lo que son: malas hierbas, pero entonces, ¡ay!, entonces será demasiado tarde.
Si queréis más ejemplos, en la página 79 (y ss.) del pdf con la obra de King los tenéis.
Pero es que Stephen King no era el único enemigo declarado de los adverbios.
García Márquez también tenía su opinión al respecto.
En una entrevista para Los Angeles Times, asegura que, para mejorar su escritura, haeliminado los adverbios terminados en -mente:
– Antes de Crónica de una Muerte Anunciada hay muchos. En Crónica creo que hay sólo uno. En Amor en los tiempos del cólera, no hay ninguno. En español, el adverbio -mente es una solución demasidado fácil. Si quieres usar un adverbio terminado en -mente y buscas otra palabra, siempre es mejor. Se ha vuelto tan natural para mí que lo hago sin darme cuenta.
Y en sus memorias, Vivir para contarla, vuelve a la carga:
"Me propuse un cambio de fondo a partir de mi cuento siguiente. La práctica terminó por convencerme de que los adverbios de modo terminados en -mente son un vicio empobrecedor.Así que empecé a castigarlos donde me salían al paso, y cada vez me convencía más de que aquella obsesión me obligaba a encontrar formas más ricas y expresivas.Hace mucho tiempo que en mis libros no hay ninguno, salvo en alguna cita textual. No sé, por supuesto, si mis traductores han detectado y contraído también, por razones de su oficio, esa paranoia de estilo".
En otra ocasión, al hablar sobre gramática, apostilló:
…en mis últimos seis libros no he usado un sólo adverbio de modo terminado en mente, porque me parecen feos, largos y fáciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas bellas y originales.
No malinterpreten a King o a García Márquez. El Manual de la Nueva Gramática de la lengua Española (de 2009) no dice que su uso sea incorrecto. Es más, en su apartado 30.7.2b aclara que
Los adverbios de manera orientados al objeto indican el modo en que la acción afecta al complemento de algunos predicados. Así, el adverbio mortalmente en Lo hirieron mortalmente indica una manera de herir, pero informa también de cierto cambio de estado en el que recibió la herida, y no de una situación del que la causó.
Tanto King como Gabo se refieren a cuestiones estilísticas con las que se puede, o no, estar de acuerdo.
Y, de hecho, muchos son lo autores en castellano que han usado "brillantemente" este tipo de adverbios: desde Alfonso X hasta Fray Luis de León, Moratín,Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez…
No me resito a citar la primera frase de la primera gran obra en lengua castellana: el Cantar de Mío Cid:
De los sos ojos tan fuertemientre llorando
Pero sigamos con el uso de los adverbios terminados en -mente, pero esta vez en referencia al lenguaje periodístico. Por desgracia, quedan pocos Larra o Blasco Ibáñez entre nuestros periodistas. Y el "nivel" narrativo de este gremio ha conseguido comenzar a excavar cuando parecía imposible caer más bajo.
Decía Darío Gallo, ahora editor jefe del diario Clarín:
No hay periodista que quiera impresionar con su escritura que no le meta adverbio terminado en mente a párrafo que se le cruce.
Como por lo general están puestos para exagerar, para maquillar una prosa frágil, se los puede quitar sin que afecten el sentido de la frase. En muchos casos son redundantes. Para demostrar cómo se intenta embaucar con los "mente", basta leer discursos políticos o declaraciones intencionadísimas.
Así que ya saben: huyan, como de la peste, de los adverbios terminados en -mente.
Y a modo de despedida, déjenme que les recomiende la lectura debloGicamente: único blog contra los adverbios terminados "en mente" en la redacción periodística y de blogs.
Por desgracia, solo estuvo activo unos meses y está muerto desde 2006, pero solo su título ya merece todos mis respetos.
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Bibliografía:
• Uso y abuso de adverbios.
• 5 fascinantes curiosidades sobre escritores que debes conocer.
• Gabo Talks.
• Stephen King; MientrasEscribo. (pdf)
• Gabriel García Márquez; Vivir para contarla. (pdf)
• Sobre la gramática. Gabriel García Márquez.
• William Strunk Jr. y E. B. White; The Elements of Style. (pdf)
• Manual de la Nueva Gramática de la lengua Española 2009. (pdf)
• Fidel Castro y los adverbios terminados en mente.
• Precedentes mediatos e inmediatos de los adverbios en -mente. (pdf)
"Los adverbios de modo terminados en -mente son un vicio empobrecedor… me parecen feos, largos y fáciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas bellas y originales".
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El otro día que encontré con un interesante apunte titulado "5 fascinantes curiosidades sobre escritores que debes conocer".
La curiosidad que más me llamó la atención fue la que describe "La guerra contra los adverbios" que tenía declarada Stephen King, y que da título a este apunte.
Decía el autor en La piedra de Sísifo, Isaac Belmar:
"En esta guerra a un lado del frente están los adverbios, al otro un héroe solitario o quizá no, Stephen King. El famoso escritor se suele proponer escribir 2.000 palabras cada día y hacerlo sin adverbios. «El camino hacia el infierno está plagado de adverbios y lo gritaré desde los tejados».
King le dice vehementemente a todo el que escucha que los adverbios son, probablemente, el mayor enemigo de la escritura".
Así que, en vista de tan categórica afirmación, he decidido explorar un poco el tema.
El propio Stephen King ha tenido a bien, costumbre no muy extendida entre los escritores, dejar escrito un libro sobre su quehacer creativo.
Mientras escribo contiene en su prólogo una admirable declaración de intenciones:
He escrito un libro corto porque a la mayoría de los libros sobre la escritura les sobra paja y tonterías. Los narradores no tenemos una idea muy clara de lo que hacemos. Cuando es bueno no suelen saber por qué y cuando es malo, tampoco. He supuesto que a menos páginas, menos paja. Cualquier aspirante a escritor debería leer The Elements of Style, de William Strunk Jr. y E. B. White. La regla número 13 del capítuloFundamentos de la redacción dice: Omitir palabras innecesarias. Voy a intentarlo.
Y uno de los consejos que da es: desconfía del adverbio.
Y se explica:
Recordarás, por las clases de lengua, que el adverbio es una palabra que modifica un verbo, adjetivo u otro adverbio. Son las que acaban en -mente.
Ocurre con los adverbios como con la voz pasiva, que parecen hechos a la medida del escritor tímido.Mediante los adverbios, lo habitual es que el escritor nos diga que tiene miedo de no expresarse con claridad y de no transmitir el argumento o imagen que tenía en la cabeza.
El autor de El Resplandor dice que debemos evitar a toda costa expresiones como “dijo lastimosamente”, “exclamó valientemente”, “dijo despectivamente”, etc.
Si tenemos que expresar cómo está hablando el personaje, es porque estamos haciendo una pobre descripción o que el diálogo no es lo suficientemente claro.
Y pone un ejemplo muy clarificador, por las dudas:
Examinemos la frase «cerró firmemente la puerta».
Reconozco que no es del todo mala (al menos tiene la ventaja de un verbo en voz activa), pero pregúntate si es imprescindible el «firmemente».Me dirás que expresa un grado de diferencia entre «cerró la puerta» y «dio un portazo», y no es que vaya a discutírtelo...pero ¿y el contexto? ¿Qué decir de toda la prosa esclarecedora (y hasta emocionante) que precedía a «cerró firmemente la puerta»?¿No debería informarnos de cómo la cerró? Y, si es verdad que nos informan de ello las frases anteriores, ¿no es superflua la palabra «firmemente»? ¿No es redundante?Ya oigo a alguien acusándome de pesado. Lo niego. Creo que de adverbios está empedrado el infierno, y estoy dispuesto a vocearlo desde los tejados.Dicho de otro modo: son como el diente de león. Uno en el césped tiene gracia, queda bonito, pero, como no lo arranques, al día siguiente encontrarás cinco, al otro cincuenta... y a partir de ahí, amigos míos, tendréis el césped «completamente», «avasalladoramente» cubierto de diente de león. Entonces los veréis como lo que son: malas hierbas, pero entonces, ¡ay!, entonces será demasiado tarde.
Si queréis más ejemplos, en la página 79 (y ss.) del pdf con la obra de King los tenéis.
Pero es que Stephen King no era el único enemigo declarado de los adverbios.
García Márquez también tenía su opinión al respecto.
En una entrevista para Los Angeles Times, asegura que, para mejorar su escritura, haeliminado los adverbios terminados en -mente:
– Antes de Crónica de una Muerte Anunciada hay muchos. En Crónica creo que hay sólo uno. En Amor en los tiempos del cólera, no hay ninguno. En español, el adverbio -mente es una solución demasidado fácil. Si quieres usar un adverbio terminado en -mente y buscas otra palabra, siempre es mejor. Se ha vuelto tan natural para mí que lo hago sin darme cuenta.
Y en sus memorias, Vivir para contarla, vuelve a la carga:
"Me propuse un cambio de fondo a partir de mi cuento siguiente. La práctica terminó por convencerme de que los adverbios de modo terminados en -mente son un vicio empobrecedor.Así que empecé a castigarlos donde me salían al paso, y cada vez me convencía más de que aquella obsesión me obligaba a encontrar formas más ricas y expresivas.Hace mucho tiempo que en mis libros no hay ninguno, salvo en alguna cita textual. No sé, por supuesto, si mis traductores han detectado y contraído también, por razones de su oficio, esa paranoia de estilo".
En otra ocasión, al hablar sobre gramática, apostilló:
…en mis últimos seis libros no he usado un sólo adverbio de modo terminado en mente, porque me parecen feos, largos y fáciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas bellas y originales.
No malinterpreten a King o a García Márquez. El Manual de la Nueva Gramática de la lengua Española (de 2009) no dice que su uso sea incorrecto. Es más, en su apartado 30.7.2b aclara que
Los adverbios de manera orientados al objeto indican el modo en que la acción afecta al complemento de algunos predicados. Así, el adverbio mortalmente en Lo hirieron mortalmente indica una manera de herir, pero informa también de cierto cambio de estado en el que recibió la herida, y no de una situación del que la causó.
Tanto King como Gabo se refieren a cuestiones estilísticas con las que se puede, o no, estar de acuerdo.
Y, de hecho, muchos son lo autores en castellano que han usado "brillantemente" este tipo de adverbios: desde Alfonso X hasta Fray Luis de León, Moratín,Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez…
No me resito a citar la primera frase de la primera gran obra en lengua castellana: el Cantar de Mío Cid:
De los sos ojos tan fuertemientre llorando
Pero sigamos con el uso de los adverbios terminados en -mente, pero esta vez en referencia al lenguaje periodístico. Por desgracia, quedan pocos Larra o Blasco Ibáñez entre nuestros periodistas. Y el "nivel" narrativo de este gremio ha conseguido comenzar a excavar cuando parecía imposible caer más bajo.
Decía Darío Gallo, ahora editor jefe del diario Clarín:
No hay periodista que quiera impresionar con su escritura que no le meta adverbio terminado en mente a párrafo que se le cruce.
Como por lo general están puestos para exagerar, para maquillar una prosa frágil, se los puede quitar sin que afecten el sentido de la frase. En muchos casos son redundantes. Para demostrar cómo se intenta embaucar con los "mente", basta leer discursos políticos o declaraciones intencionadísimas.
Así que ya saben: huyan, como de la peste, de los adverbios terminados en -mente.
Y a modo de despedida, déjenme que les recomiende la lectura debloGicamente: único blog contra los adverbios terminados "en mente" en la redacción periodística y de blogs.
Por desgracia, solo estuvo activo unos meses y está muerto desde 2006, pero solo su título ya merece todos mis respetos.
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Bibliografía:
• Uso y abuso de adverbios.
• 5 fascinantes curiosidades sobre escritores que debes conocer.
• Gabo Talks.
• Stephen King; MientrasEscribo. (pdf)
• Gabriel García Márquez; Vivir para contarla. (pdf)
• Sobre la gramática. Gabriel García Márquez.
• William Strunk Jr. y E. B. White; The Elements of Style. (pdf)
• Manual de la Nueva Gramática de la lengua Española 2009. (pdf)
• Fidel Castro y los adverbios terminados en mente.
• Precedentes mediatos e inmediatos de los adverbios en -mente. (pdf)
La educación a debate: cuando las lecturas obligatorias destruyen lectores
Algún día alguien tendrá que hacer un estudio para evaluar el daño que los profesores de lengua y literatura le hemos hecho a la literatura. Sería curioso conocer la cifra aproximada de personas que han aborrecido la lectura por nuestra culpa. Aunque no toda la responsabilidad es nuestra. Recomendar libros siempre es una tarea ardua, y más si tienes que hacerlo frente a una caterva de adolescentes con las hormonas a flor de piel y las neuronas de botellón. Tampoco ayuda el insalvable abismo generacional que se abre entre los profesores y los alumnos, y el no menos insalvable abismo cultural. Sin embargo, no es tan difícil saber en muchos casos qué libros aborrecen, que la sinceridad, a veces hiriente y poco diplomática, de estas nuevas generaciones es un valor al que no siempre sacamos el suficiente partido. Ignoro por qué muchos compañeros y compañeras de profesión, a los que no quiero presumirles maldad, estulticia o sadismo, desoyen las súplicas y los lamentos de estos pobres adolescentes y siguen infligiéndoles lecturas obligatorias desfasadas, insufribles, martirizantes.
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Plan lector - Anaya Educación
El Plan lector de Anaya Educación se presenta como un material organizado, motivador y dinámico. El profesorado dispondrá de:
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La bolsa de los cuentos
Fantástica actividad la que os proponemos hoy. Con ella introduciremos a los niños en el gusto por la lectura de una manera muy divertida, desarrollaremos su creatividad, reforzaremos el lenguaje oral, reforzaremos también su autoestima (ya que los hacemos hablar para la clase con una actividad muy positiva), y lograremos que entren en un mundo de fantasía por un ratito.
Es muy sencilla de preparar, e incluso los mismos niños pueden prepararla. Sólo necesitamos unas cuantas piedras de río y una bolsa de tela para introducirlas, si puede ser decorada para hacerla más atractiva a los niños. Cada una de las piedras ha de ir pintada con un dibujo. Dejad a los niños que elijan de manera libre lo que quieran pintar. Y una vez que las tenéis todas preparadas, solo tenéis que introducirlas en la bolsa, sentarlos en asamblea y… pedir un voluntario Cuenta Cuentos. |
Lapicero Mágico - Blog de animación a la lectura y escritura creativa
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